La levitación, de Guillermo Sánchez
Editorial Jirones de Azul, Sevilla, 2012
Novela histórica
443 páginas
La levitación, ópera prima del periodista Guillermo Sánchez, es la novela histórica sevillana que ningún lector interesado en el pasado de la capital andaluza debe ignorar. La trama principal desarrolla el último gran proceso inquisitorial contra los iluminados. Leer La levitación es como abrir una ventana a la Sevilla del siglo XVII y sentarse a contemplar la vida diaria en la ciudad de la confusión y el mal gobierno, en plena decadencia de la Edad de Oro hispalense, cuando –según palabras del Padre Medrano- el corazón del mundo latía sin compás.
La lectura de La levitación nos eleva sobre una ciudad mítica donde lo real maravilloso está tan presente como en esa tierra americana que inspirara el siglo pasado el nacimiento literario del Realismo Mágico. Desde los primeros capítulos de la novela, Sevilla es el Macondo europeo, universo amurallado que alberga en una amalgama irrepetible supersticiones, recetas mágicas, remedios caseros, chocolate y especias, desfiles de samuráis, falsos ciegos, buhoneros, malandros, pícaros, dictadores inquisitoriales, verdugos, genealogías manipuladas y estirpes malditas; un crisol donde lo maravilloso se hace real porque lo real es maravilloso. En Sevilla nada hay que inventar. La verdad supera cualquier ficción que pueda pensarse. La levitación de Guillermo Sánchez da habida cuenta del realismo mágico sevillano.
El protagonista de la historia es Juanelo, el pillo al que da de beber el pictórico aguador de Sevilla velazqueño. Su apoyo será otro personaje también huido de un cuadro del mismo pintor: Jusepe, el niño que sujeta el melón junto a la vieja friendo huevos. Juanelo y Jusepe, tan inseparables como Ciprión y Berganza, como Campuzano y Peralta, serán los Zipi y Zape de la Sevilla acosada por los inquisidores, la inmundicia, la peste y el hambre. Juntos lucharán ante la adversidad, bajo el cobijo de la perseguida imprenta de Bernardino Monroy y su esposa Catalina de Asís, auténticos reeducadores de los potenciales pícaros que a su lado aprenden, entre otras cosas, el amor por los libros.
Como curiosidad, a lo largo de la lectura encontraremos el germen de la actual Semana Santa sevillana con el relato del Vía Crucis del templete de la Cruz del Campo, la procesión de empalados, la primera salida del Cristo de Pasión de Juan Martínez Montañés… De hecho, gran parte de la novela transcurre entre el Viernes de Dolores y el Jueves Santo en la Plaza del Museo.
Como curiosidad, a lo largo de la lectura encontraremos el germen de la actual Semana Santa sevillana con el relato del Vía Crucis del templete de la Cruz del Campo, la procesión de empalados, la primera salida del Cristo de Pasión de Juan Martínez Montañés… De hecho, gran parte de la novela transcurre entre el Viernes de Dolores y el Jueves Santo en la Plaza del Museo.
Sorprende que esta sea la ópera prima literaria de Guillermo Sánchez pues demuestra, en las más de cuatrocientas páginas que ocupa la novela, dominar una prosa exquisita y una gran capacidad narrativa. En la obra lo descriptivo pesa más que la acción y, si bien esto podría hacer que la lectura perdiera amenidad al ralentizar el ritmo, es tal la riqueza de su estilo que en ningún momento deja de disfrutarse. La novela conforma toda una realidad completa a base de detalles minuciosos que dejan en bandeja de plata la tarea reconstructiva de la imaginación del lector. Todo está en la obra: olores, colores, utensilios, sentimientos, vicios, ingredientes, calles, espacios, personajes… Todo para confirmarnos que la máxima de Ovidio era más cierta que nunca en aquella Sevilla en la que había que pedir permiso para obrar milagros, pues demostrado quedó que la muerte causa menos dolor que su espera.
La levitación no es solo un inventario perfecto de la ciudad que, como cantara Silvio, el dogma de la Inmaculada Concepción antes que Roma proclamó, sino también un completo glosario de palabras olvidadas que tuvieron vida antaño y que hoy apenas perviven en la nomenclatura callejera (Alfaqueque, Badulaque…) o ni siquiera en ella. Como amante del lenguaje, he disfrutado mucho de la resurrección de estos vocablos cuyo significado intuimos fácilmente por el contexto o por las adecuadas notas al pie de páginas. El uso de estos términos, contemporáneos a lo que se narra, añaden si cabe mayor realismo y valor al relato histórico.
En definitiva, esta es una novela que merece la pena leer si buscas una obra madura, completa, redonda, documentada con rigor y profundidad y relatada con maravilloso estilo. Si te interesa la Sevilla del XVII, leer La levitación será la manera más directa de presenciar la vida decadente de la que fue capital del mundo y embarró su dorado esplendor con los lodos de la inmundicia corrupta. Tomen en sus manos la obra de Guillermo Sánchez, entréguense a la levitación que les dará la mejor vista de pájaro sobre la ciudad que heredamos.
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