Autora: Ana Mª Matute
Ediciones Destino
267 páginas
Ilustraciones de Albert Asensio
Ya había leído la historia de Gabriela
hace años, cuando yo misma era una niña poco mayor que ella; y me había
fascinado la magia que la rodeaba, la dulzura de la prosa con que su madre literaria
había narrado sus sorprendentes peripecias. Habían pasado muchos años –décadas incluso-
desde que mis ojos recorrieron por primera vez la geografía de este cuento de
Ana María Matute y apenas recordaba ya los detalles de su argumento. Lo que sí
se mantenía vivo en mi recuerdo era la etiqueta mental que entonces le había
dado: “libro para leer en voz alta”. Déjenme que les aclare que en mis primeros
años como lectora –casi también coincidentes con los primeros de vida- sin más criterio
literario que el repeluco de mis propias entrañas, solía clasificar los libros
que leía con etiquetas tales como:
-“Malo. Olvidarlo.” (Y nunca más
se sabía de ellos, caían en el agujero negro de los libros que no se habían
escrito para mí.)
-“Ahora no me gustó. Leer más
adelante.” (En estos casos había cierta esperanza, pues solían ser libros que
por mi edad no llegaban a atraparme pero que intuía que podían hacerlo en el
futuro. En la mayoría de los casos, no me equivocaba.)
-“Bueno. Lectura rápida,
entretenida”. (Solían ser libros que me gustaban sin más, pero que sabía que –con
todo lo que había por ahí pendiente para leer- no me ocuparía en releer jamás.)
-“Excelente. Para leer en voz
alta”. (Estos eran los mejores, los que se disfrutaban, se saboreaban en voz
alta, como si estuvieran hechos de música. Eran libros con los que no me
importaba pasar horas, leer con lentitud, y al terminarlos sabía que algún día
volveríamos a encontrarnos.)
Pues bien, con Sólo un pie descalzo así ha sido. Gracias
a Ediciones Destino que ha
emprendido el genial proyecto de reeditar nueve cuentos infantiles clásicos de
la Matute, se ha producido el reencuentro. Ya están en librerías los dos
primeros: El saltamontes verde y el
aquí reseñado Sólo un pie descalzo. A
ellos seguirán próximamente: Paulina,
Caballito loco, El país de la pizarra, El
aprendiz, El polizón de Ulises, El verdadero final de la Bella Durmiente
y Carnavalito. El resultado de los
dos primeros títulos ha sido una edición maravillosa, cuidada con el mimo de
quien sabe el valor de lo que tiene entre las manos, con una disposición muy
limpia del texto encuadrado escueta y elegantemente en cada página y, por
añadidura, con el regalo visual de las ilustraciones que Albert Asensio ha
concebido en perfecta consonancia con la esencia del propio texto y el alma de
los personajes. En conjunto, un marco apetecible.
Sólo un pie descalzo narra la infancia de Gabriela, una niña que, por
una razón desconocida incluso para ella misma, solía perder a menudo un zapato –y
sólo uno, no los dos- provocando el enfado en los mayores y, consecuentemente,
un sentimiento de tristeza y marginación en ella misma. Pero un día la pequeña
descubre algo muy especial: que existe un país para seres con un solo zapato… o
un asa rota, o sin tapadera, o con una pierna menos, o que simplemente quedaron
anticuados, inservibles y olvidados del resto del mundo. Lo que ocurre una vez
que traspasa esa puerta dejo que lo descubran personalmente.
Reencontrarme con Gabriela ha
sido una experiencia deliciosa. No recuerdo qué extraje de su lectura la
primera vez –más que aquella consideración de ser digna de leer en voz alta-
pero hoy por hoy he hallado en esta
historia tierna y hermosa a la niña que fui, a esa persona nueva que descubre
el universo de su alrededor y se enfrenta a su hostilidad con fantasía, esa
pequeña que crece queriendo sólo que la quieran, a ratos maldiciendo y a veces
anhelando su invisibilidad; la personita que encontraba en las cosas raras y únicas su
esperanza particular.
Al leerlo es imposible no
plantearse cuánto tiene Gabriela de Ana María Matute, la pequeña tímida y tartamuda
que empezó a escribir con tan sólo cinco años y creció narrando mundos que le
hicieron merecer premios como el Planeta, el Nadal, el Nacional de Literatura o
el Cervantes. Parece fácil reconocer en esta protagonista algo o mucho de la eterna
niña Ana María que hoy ocupa una silla en la Real Academia de la Lengua con la
letra más rara de todas, la k.
Sólo un pie descalzo, al fin y al cabo, puede ser la historia de
cualquiera que busca su lugar en el mundo y necesita que le recuerden que todos
tenemos alguna tara, que como decía el final de aquella alocada película: Nadie
es perfecto.
Recomendable lectura tierna y
amable, dulce y melodiosa, para leer en voz alta. Ningún infante debería crecer sin conocer a Gabriela. En definitiva, un cuento infantil para niños sin edad.
3 comentarios:
Ana nunca leí el libro, pero a pesar de mis cuantos años y de que soy adulto amo los cuentos infantiles, me dan muchas ganas de leerlo! Soy de Argentina, tambien tenemos aqui un proyecto El almacén de libros te invito a que pases quizás pueden nuestros blogs empezar a conectarse! Trataré de conseguir el libro no si llego aquí. Saludos del otro lado del océano. Loli Ros www.elalmacendelibros.com.ar
blog.elalmacendelibros.com.ar
Hola, Loli.
Gracias por el comentario. Encantada de conocerte. Me pasé por El almacén de los libros y me gustó mucho, así que lo visitaré en lo venidero. Ya os sigo en redes sociales. Estamos en contacto a pesar del océano.
Un saludo.
tengo los dos primeros libros de la colección. Son preciosos, para compartir y además una edición fantástica con unas ilustraciones muy cuidadas. Todo un tesoro
Besos
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