«¡Dios!», dijo, «cuando le vendes
un libro a alguien no solamente le estás vendiendo doce onzas de papel, tinta y
pegamento. Le estás vendiendo una vida totalmente nueva. Amor, amistad y humor y barcos que navegan en la noche. En
un libro cabe todo, el cielo y la tierra, en un libro de verdad, quiero decir.
¡Repámpanos! Si en lugar de librero fuera panadero, carnicero o vendedor de escobas
la gente correría a su puerta a recibirme, ansiosa por recibir mi mercancía. Y
heme aquí con mi cargamento de salvaciones eternas. Sí, señora, salvación para
sus pequeñas y atribuladas almas. Y no vea cómo cuesta que lo entiendan. Sólo
por eso vale la pena. […] Eso es lo que este país necesita: ¡más libros!»
Christopher Morley
La librería ambulante, Periférica
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